Cómo combatir la lacra del ‘crapware’
Estos programas pueden ralentizar el móvil y cosechar datos del usuario
Samsung se ha visto envuelta en una polémica los pasados días a cuenta de una realidad: los compradores de algunos de sus smartphone estrella se han encontrado con que no pueden eliminar la app de Facebook
que llega preinstalada en el móvil. La controversia no es sino la punta
del iceberg de una práctica muy extendida en el ecosistema Android,
mediante la cual algunos fabricantes instalan en sus móviles
determinadas aplicaciones de forma nativa, un acuerdo en el que cual los
desarrolladores ganan visibilidad y las marcas obtienen unos ingresos extra.
Se trata de una práctica antipática y perjudicial para el usuario, ya
que ve los recursos de su dispositivo mermados debido a una o varias
apps que no necesita, y de las que, como veremos, no resulta fácil
deshacerse.
Este fenómeno es conocido coloquialmente como crapware o bloatware
y se trata de una de las peores herencias recibidas del mundo de los
ordenadores. El hecho de que sea precisamente la aplicación de Facebook
la que no pueda eliminarse de un Galaxy S8 ha suscitado un debate por
partida doble: en primer lugar, porque la red social de Mark Zuckerberg está en el ojo del huracán debido a las constantes fugas de datos de sus usuarios, y en segundo lugar ¿debe asumir el comprador de un móvil premium la imposición de aplicaciones que no desea?
Cuidado con borrarlas...
La primera tentación ante esta ocupación no
deseada puede ser la de eliminar todas las aplicaciones que uno no haya
instalado en una maniobra aparentemente ganadora: se gana en espacio, se
liberan potenciales recursos consumidos por dichas aplicaciones y se
tiene la certeza de no ver los datos privados comprometidos por una app
que no hemos instalado. ¿Es esto así? Lo cierto que no, al menos no en
todos los casos; de hecho, borrar sin miramientos las aplicaciones que
vienen preinstaladas puede generarnos otros problemas posteriores ya que
muchas de estas aplicaciones pueden emplear recursos vitales del
sistema y al eliminarlas, podemos perder funcionalidades que sí
necesitamos.
En el caso concreto del citado Galaxy S8 (con las aplicaciones instaladas en Estados Unidos), se recomienda una aproximación al problema diferente
por cada tipo de app instalada. Así, algunas aplicaciones nos puede
interesar mantenerlas, otras desactivarlas y unas últimas, simplemente
ignorarlas porque las consecuencias de borrarlas o desactivarlas pueden
ser todavía peores. En este sentido, Android permite desde su versión 4.0
desactivar aquellas aplicaciones que no nos interesen; se trata de una
forma de mantenerlas en el sistema aunque estarían ‘muertas’ de facto.
La desactivación se puede llevar a cabo desde el menú de
Ajustes-Aplicaciones y desde ahí pulsar sobre ‘Desactivar’ en la
aplicación que no nos interese; los más aguerridos pueden optar por
emplear aplicaciones de terceros para ello o bien por el ‘root’, pero asumiendo los riesgos que se corren.
¿Es recomendable ignorar el crapware? Los expertos
no lo recomiendan destacando los múltiples inconvenientes de este
fenómeno que el usuario padecerá mediante “una pérdida de espacio en
memoria, ventanas y procesos inútiles o molestos, carga de computación
innecesaria y quizás el más importante: tener un programa en tu
dispositivo que no quieres y en ocasiones no sabes lo que hace”, explica
a EL PAÍS Daniel Creus, Senior Security Researcher de Kaspersky Lab,
que recomienda “tener ciertos hábitos de higiene digital que pasarían por revisar los programas instalados y eliminar los innecesarios”.
¿Permanece ajeno el iPhone al fenómeno del crapware? La
plataforma móvil de Apple decidió atender a una demanda clamorosa por
parte de buena parte de sus usuarios: poder eliminar determinadas
aplicaciones nativas. Los de Cupertino permiten, desde iOS 10,
borrar de forma segura las aplicaciones de la casa que vienen
instaladas desde el sistema, pudiendo volver a restaurarlas después
desde la App Store. A diferencia de otras plataformas, Apple no permite
en iOS el acceso preinstalado a desarrolladores que no fueran de la
casa.
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